Poemas del grupo Transfusiones
Hay poéticas y poéticas. Algunas hacen suyas las contradicciones de un campo que les desea domesticar, al mismo tiempo que les pide ser libres. Estas se amansan ante la grata gravidez del campo que les dice: "toma, aquí tienes tu lugar, para que puedas ser disidente, rebelde, radical. Pero no te muevas de ahí. Déjame etiquetarte...". Y de paso, transformar ese discurso en una iconografía de fácil manipulación en la oferta de realidad. Muchas veces ese espacio fomado por agentes literarios, aparatos ideológicos estatales, lógicas y verosímiles dominantes, escritores, lectores, etc, financia y propicia modelos de controlada disidencia -en este caso, poética- donde el discurso reivindicativo, por la cómoda asimilación de políticas progres, sintonizadísimas con el modelo de oferta y contra oferta, pierde su capacidad crítica. Se torna, por tanto, reconocible, esperable, un lugar común más que hace funcionar este postmodernismo entendido como el brazo cultural del capitalismo avanzado. No estamos hablando, por contrapartida, de un arte por el arte, porque con Walter Benjamin podemos decir que casi nunca lo ha sido para que lo tomemos literalmente; casi siempre ha sido un pabellón bajo el cual navega una mercancía que no se puede declarar porque le falta nombre.
Quizás el mérito de est@s poetas está en oponer a la mullida maniobrabilidad de los productos artísticos de lo que se viene leyendo últimamente, la potencialidad política que nos anuncia este gran crítico, quien, a su vez, se lo aplicaba justamente a los surrealistas. Encontramos textos que, desde sus diferencias y sus coincidencias, apelan por una conciencia del "trabajo" poético como un valor en sí. Asimilamos esto como un deseo, por una parte, una demanda y una posterior concreción de un trabajo entendido como artesanía verbal, por otro, donde resulta tan válido el proceso de escritura como el producto. No se trata de autores que organicen su acción poética como una maniobra que de por sí posea incontroladas (o controladas) implicancias, o efectos devastadores en una sociedad que más bien no responde o no se da por enterada, la mayoría de las veces. La poesía, en este caso, es la que no se da por enterada, y que sufre - nuevamente con Benjamin- "desconfianza en la suerte de la literatura, desconfianza en la suerte de la libertad, desconfianza en la suerte de la humanidad europea, pero sobre todo, desconfianza, desconfianza, desconfianza en todo entendimiento". Y ante ello, estas poéticas que hoy se asoman, asumen la idea -siempre actual- que definió las vanguardias: la tarea de ganar las fuerzas de la ebriedad para la Revolución.
Guillermo, Pablo, Lorena, Sergio, Carmen, Ana, Nacho y Aldo -desde lo que les une y les diferencia, repito-, hacen suyos estos postulados, y se preguntan por la retórica poética como un ejercicio mismo que cuestiona concepciones como legibilidad, efecto, poeticidad, y dejan hablar el lenguaje desde el antiguo y nuevo principio basado en la sospecha de que detrás de todo el mundo manifiesto -como bien dice, por otro lado Hauser- hay uno latente, detrás de todo lo conciente, un subconciente, y detrás de todo lo unitario en apariencia, una contradicción.
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Pd. El primer texto, de arriba, es de Katábasis de Guillermo Roqués. El otro, es de Nacho Cebrián, de Oriente. Pinchar en las fotos para agrandar, y en Transfusiones, arriba, para acceder a su blog
Friday, June 25, 2010
Tuesday, June 08, 2010
Mi interpretación es rápida. El FMI, ante la crisis, obliga a una simple solución: cargarse el "estado de bienestar" europeo, y aplicar aquí el modelo estadounidense, mediante la implementación de drásticos recortes sociales. Es decir, si estás envenenado, el antídoto es darte un certero garrotazo en la cabeza.
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