Lo enfermo
Anormal el aire, espíritu de hermano disuelto en el vidrio, el pulmón expandiéndose, helecho nocturno, redil o vínculo, cantos de rana por lo húmedo, bisturí para capar chanchos, posibilidad de lloronas del siglo XIX, isotopía del mal, esa noche en secreto. Alerta por la aparición del aguilucho, la burla de este, muchacho, te dice, palabras de un sitio y otro, saltas de cultura como jugando luche, arriba de un coigüe, sus ramas, nidos saqueados, piedras de lago y no huevos azules, cosas que faltan, lo que tú mismo eres, tartamudeo, decir dudoso. Yo digo que sí a pata pelada, imitando a los chicos pobres del barrio, echándome a la cara el olor del maní, chupando una bolsa de helado de agua, mirándoles el culo a los pollos muertos. Puerto Varas, 1979. Puerto Varas, calle Los Ulmos. Pero de eso ya años. No es normal la tos, estalactita inversa saliente del pecho, excoriación de madera afirmada con clavos, olor de serrín anunciando el almacén, algo frugal, reventarle ampollas a la corteza del pino para extraer resina, impregnarte su olor. Pobres gallinas, calcularon mal, en vez de saltar sobre el cerco de madera, siguieron de largo, el cogote preso entre tablón y tablón. Se balancean, frente a la funeraria, hasta quedar tiesas, ironía nocturna, manzanas plátano, manzanas limón, esos árboles y más abajo, dos líneas de mosquetas y murtas. No es normal que falte, cuando la bomba explota, ojos en blanco en la loza del váter, pensando en morir, entonces aparece. Entonces viene el aire, pastos amarillos, morados, dulces, sabor de un brote nuevo en la boca, no llorar por la ortiga, dedicarle a tu madre un ramo de cedrón, un saltamontes glauco en la cajita de fósforos. Hablas raro, la verdad, ahora y solo en el Levante, mientras el sol se hace lengua, el pulmón, un higo seco que se contrae hasta desaparecer.
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Pedro Montealegre. Inédito. Foto, alrededores de Puerto Varas.
3 comments:
Impresionante Pedro... tanto en lo formal como en lo que tiene de remisión a una experiencia en la que los límites se nos juegan en el cuerpo.
El poema mismo parece conversar con la muerte que lo enfermo evoca; y como un saqueo, uno no puede más que tartamudear, decir: todos tenemos nuestro turno, la finitud es eso...
Y uno no sé si maldice, pero recuerda cómo el presente está plagado de ausencias.
Un abrazo fuerte,
Arturo
Muchas gracias, Arturo, por pasarte por aquí, y por tu lectura.
Recuerdo nuestra infancia.... Muchos recuerdos junto a Mauricio, Cecilia y a ti. Un abrazo.
Saludos a tus hermanos. Aunque no creo me recuerden .
Mi correo es locutorfm1@hotmail.cl
Pedro Soto.
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