
¿Qué abarca el término “realismo”? El realismo ha dado, en diferentes épocas, expresión a los sentimientos y necesidades de distintos grupos sociales con medios totalmente diferentes. Cada escuela realista exige una definición literaria y social distinta, una estima literaria y formal distinta. ¿Qué tienen en común? Un interés concreto nada despreciable por todo cuanto concierne al mundo, a la vida tal cual es. Lejos de huir de la realidad, la aceptan en su estabilidad concreta o en su capacidad de transformación. Se esfuerzan por pintar la vida tal cual es o por hacerla cima de la creación artística, bien para justificarla o condenarla, bien para fotografiarla, generalizarla o simbolizarla. Pero siempre el objetivo es la vida en nuestras tres dimensiones, como materia suficiente y de valor inestimable. En este sentido filosófico lato, y no en el de una escuela literaria cualquiera, podemos decir con certeza que el nuevo arte será realista. La revolución no puede coexistir con el misticismo.
[Podríamos matizar esto que dice L. T., diciendo que ser realistas, tal cual sabemos hoy, implica también tomar conciencia de que hay realidades que no se ven, o que el mismo surrealismo de algunas cosas o situaciones es una manifestación de lo real, y por lo tanto, es histórica. Eso ya lo había anunciado Walter Benjamin]
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El arte nuevo será un arte ateo. Volvería a dar vida a la comedia, porque el hombre nuevo querrá reír. Insuflará una vida nueva a la novela. Concederá todos sus derechos al lirismo, porque el hombre nuevo amará mejor y con más fuerza que los antiguos, y pensará sobre el nacimiento y la muerte. El arte nuevo hará revivir todas las formas que han surgido en el curso del desarrollo del espíritu creador. La desintegración y el declive de estas formas no posee una significación absoluta; no son absolutamente incompatibles con el espíritu de los nuevos tiempos. Basta que el poeta de la nueva época esté de acuerdo de forma nueva con los pensamientos de la Humanidad, con sus sentimientos.
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El arte nuevo será un arte ateo. Volvería a dar vida a la comedia, porque el hombre nuevo querrá reír. Insuflará una vida nueva a la novela. Concederá todos sus derechos al lirismo, porque el hombre nuevo amará mejor y con más fuerza que los antiguos, y pensará sobre el nacimiento y la muerte. El arte nuevo hará revivir todas las formas que han surgido en el curso del desarrollo del espíritu creador. La desintegración y el declive de estas formas no posee una significación absoluta; no son absolutamente incompatibles con el espíritu de los nuevos tiempos. Basta que el poeta de la nueva época esté de acuerdo de forma nueva con los pensamientos de la Humanidad, con sus sentimientos.
[Esto significa que el arte no tiene que ver ni con dioses, ni héroes. Y yo agrego: ni con genios. Los poetas vendrían a ser considerados semidioses, según quería Vicente Huidobro. Algunos creen que el deber político del poeta es ser profeta. Ser la encarnación viva de la historia de un país o de un continente. Ser el cuerpo de la nación, el cedazo, un cero histórico, y otras cosas más... Sigo insistiendo en la necesidad de la recalificación del escritor como proletario, puesto que hoy por hoy, no podría ser otra cosa, lo que no significa de que también hoy día, se crea y se promueva la ilusión de que el poeta es efectivamente algo más]
PD. Para leer más sobre el pensamiento de Trotsky con relación a la literatura, pincha akí.