Thursday, December 27, 2007

Transversal, de Pedro Montealegre y Horoskop, de José Carlos Yrigoyen

Por Daniel Saldana Paris
Letras Libres, Noviembre de 2007

El Billar de Lucrecia, editorial que con cada nuevo título se agencia el logro de publicar a un autor de riesgo (en un país donde publicar poesía, en general, ya es una actividad de riesgo), cumplió hace poco su segundo año de vida. Convirtiendo su existencia en un festejo, sorprende nuevamente a los lectores con las bolas seis y siete de su colección. Se trata de dos libros muy distintos entre sí, ambos de autores sudamericanos nacidos en los setenta, que vienen a forzar nuestra mirada más allá de las fronteras nacionales para ponernos en relación con poéticas distintas y disidentes, rupturistas pero decantadas, cuya influencia crece en suscriptores dentro de nuestra poesía joven. Éstas son las novedades.

Transversal, de Pedro Montealegre, es un poema-enjambre, proliferación del lenguaje en su periferia, multidireccional y de una velocidad por momentos asfixiante, habitado por voces superpuestas y anclado en un contexto específico que sin embargo se dispara y multiplica bajo la mirada alucinada y terriblemente lúcida del poeta.

Con una musicalidad que debe mucho al “neobarroco”, de versículos largos atravesados por aliteraciones, este libro se desmarca de los movimientos poéticos más en boga para fundar su propio espacio de referencias. El lenguaje de Montealegre (Santiago de Chile, 1975) urde una densa textura sonora de la cual emergen imágenes vivaces, caminos que se ofrecen al lector para luego desaparecer súbitamente y dejar paso a otros caminos; como viajar en un tren que ora ofrece un paisaje urbano, ora uno subcutáneo, pero que fluye siempre vertiginosamente.

Sus estructuras de guiones y aposiciones hacen saltar en mil pedazos la linealidad del poema; lejos de precisar el cuerpo del texto, estos recursos insinúan otras lecturas: “Improbabilidad de un lenguaje –pruébalo, sabe a fangal, a limón podrido–, grumo de atmósfera cada grumo de sangre.” Los audaces encabalgamientos marcan un ritmo atropellado que se volvería tedioso de no ser violentado por constantes hallazgos. El autor es fiel a esta máxima plasmada con envidiable economía: “Enfermedad de un lenguaje –se vuelve charco.” Montealegre se sirve de un lenguaje siempre en movimiento, fluctuante y sorpresivo, que en ocasiones deviene verdadera catarata.

En la primera sección del libro, “El principio del nombre”, las imágenes circulan en torno al cadáver. Putrefacción, fermento, “langostas y bichos generados en uno/ que no presume de cuerpo”; todo síntoma de muerte es sólo la ocasión para una superabundancia de vida: las palabras se persiguen y atropellan trazando el recorrido de un insecto, mondando vorazmente los despojos de ese yo que usualmente se reclama dueño de la voz poética. El punto de partida, pues, no es la intimidad o la autonomía del poeta, sino siempre un discurrir entre las cosas que conforman el mundo circundante; como si el cadáver que sirve de pretexto a la proliferación de metáforas no fuera otro que el del individuo aislado, asesinado en la antesala del poema y reconstruido desde el afuera a lo largo de todo el libro.

La ciudad, primer personaje, se convierte en la exterioridad a partir de la cual se piensa como existente el poeta. Depuestas las fronteras de lo íntimo, volcado más allá de su costumbre mediante el rito iniciático de habitar un país que no es el suyo, el poeta vuelve a ser sólo mediante el contacto con un mundo múltiple e inasible, transido por la violencia y el hambre: “Hay niños pijos; han quemado/ a una mendiga y dicen: Ay, no sabía que iba a arder. Léase Ay: asesinato y arder.”

A partir de la atención a esa realidad policroma, asistimos a la aparición de una voz también múltiple (“Es mentira lo uno”, canta el poeta en pleno fervor deleuziano), surcada por discursos, reflexiones y referencias que, por su disparidad, casi hacen naufragar el libro en un puro vértigo de estar diciendo.

La cotidianidad irrumpe en el texto tamizada por la conciencia extranjera del poeta; conciencia que, al mismo tiempo, viola la identidad de quien pronuncia y fuerza la “pulsión del decir” que recorre el poema estremeciéndolo. Testigo de un mundo extraño, Montealegre toma conciencia de su lugar por referencia a los otros. Es en este sentido que la intimidad ha sido desterrada: sólo existe la cercanía, la intersubjetividad, el afuera. El uso de intertextos ayuda al poeta a poblar esa urbe mestiza donde convergen canciones de la Lupe con reflexiones sobre el marxismo y desoladores parajes de periferia.

Merece una atención especial el uso de ciertos Leitmotive de los que se sirve el autor para vertebrar las diferentes secciones del libro, y que juegan un papel clave en la construcción de macrometáforas. Por ejemplo, la repetición del siguiente tema: “Has cantado, pero no has hablado al corazón de las cosas”, en la primera parte del libro, nos pone cada tanto en sintonía con la intención ditirámbica del texto, otorgando al deleite de la palabra la preeminencia negada a la esencialidad del mundo.

En definitiva, un texto sinuoso, que podría parecer demasiado críptico si no rescatase al lector de la oscuridad absoluta pespunteando cada sección con intuiciones potentísimas.

Por su parte, los poemas de Horoskop, de José Carlos Yrigoyen, parecen estar escritos en voz baja. Directos, despojados de ornamentos, son de apariencia narrativa, cargados de topónimos casi impronunciables que imprimen al texto una sonoridad ríspida. El ritmo sincopado y la referencialidad onírica generan un ambiente distinto en cada uno. Algunos personajes emergen del texto como un epifenómeno de la situación –insinuada, diluida, atravesada por conversaciones imposibles.

La facilidad de José Carlos Yrigoyen (Lima, 1976) para establecer una continuidad entre el paisaje y los mundos interiores –“No muy lejos de la playa la relación entre el tiempo y la memoria/ se derrumba sobre la arena con los tendones cubiertos de sangre”, “donde el viento es solamente parte del proceso de pensar”– hace de su escritura un movimiento orgánico. Las pulsiones vitales se desbordan e irrumpen en el paisaje disfrazadas de símbolos.

Puede estorbar, sin embargo, una cierta voluntad de rareza, que por momentos hace del texto un lugar árido. Pero, como el propio autor descubre, “Lo incomprensible [...] no es un goce que se pueda mantener más que unos pocos minutos”.

Más allá de la densidad específica de cada uno de los poemas, hay ciertos juegos metaliterarios que vertebran y unifican el libro entero, poniendo también de relieve la aparente inseguridad del poeta ante su trabajo: “Un juego donde a la mitad ya nos declaramos vencidos/ y pensamos cuál será la mejor manera de terminar esto./ (Eso, eso es: una coda será la mejor forma de terminar esto.)” Esta dubitación de la lengua, incesante pleito del autor con su materia, es una de las principales puertas de entrada que se ofrecen al lector, que se sentirá invitado por el tono casi íntimo que se alcanza mediante este tipo de juegos: “yo ya no quiero esperar que pase algo para escribir sobre”, “Eso, eso es: una coda./ Que la coda de esto sea un lugar para abrazarnos”.

Yrigoyen habla a un interlocutor cercano, al que en algunas ocasiones (“Apunte para un poema sobre el matrimonio”) se puede identificar con el sujeto amado. El lector, en estos versos, habita ese espacio de intimidad prístina y directa, que no es un espacio convencionalmente poético, sino construido por las obsesiones, las imágenes y los sonidos personalísimos del autor. En este sentido, parece que esa narración a media voz es la puerta para acceder a un lenguaje privado, para leer y comprender el léxico de un grupo selecto: la comunidad de los amantes o la fraternidad secreta. El glosario personal de Yrigoyen nos incluye en un mundo onírico de personajes bosquejados: “Kematian para definir al que estudia la protohistoria del clavicémbalo./ Uang kertas para el autobús que pasa repleto de prisioneros cantando.”

Thursday, December 20, 2007

Hace varios días que no aparecía por aquí. Eso, en parte, porque por diversos cortes de luz el computador desde donde normalmente escribo se estropeó. Menos mal que, en un momento en que parecía regresar de su agonía, pude rescatar todos mis archivos de texto, tesis, poemas, libros y otras cosas. Justo después de que terminara de rotular ARCHIVOS PEDRO RESCATADOS -la superficie tornasolada del disco brillaba triunfante- el aparato tosió y se desvaneció nuevamente. Algunos datos se me perdieron -supongo que el técnico me dirá finalmente si sobrevivieron o no-, pero lo más importante lo tengo ahora en el DVD bajo siete llaves. Noticias: Gazpar Llamazares quiere barrer a los comunistas de Izquierda Unida. Ya lo está haciendo en Valencia, y propone centralizar sus decisiones negando la legitimidad de la asamblea local. En definitiva, propone una alternativa amarilla y descafeinada que acercaría su modelo de "izquierda" al Psoe, apropiándose de las siglas... Esto quiere decir, que plantea hacer un lavado ideológico de la organización y deshacerse de cualquier rastro que huela a comunista o marxista. Siempre he dicho que la derecha nos destroza desde adentro y desde afuera. Otra noticia, que me pone contento. Le han dado el premio Pablo Neruda al poeta Javier Bello. Bien merecido creo yo, y desde aquí, chapó, y vaya mi saludo y también mi reconocimiento. Encontré, por otra parte, una maravillosa librería, casi itinerante, no sé si llamarla así, solo de poemas. De libros de poemas. Se llama, de hecho, la poëme -no pillo mayores referencias en la red, salvo una página web que nunca se terminó de hacer- y parece que, como en un cuento de Cortázar, ese pequeño espacio va a desaparecer misteriosamente y a aparecer en alguna otra geografía. En vez de barco fantasma, ¿porqué no una librería fantasma? Me dijo el librero, creo que se llama Ricardo, que su oficio está en decadencia. Quizás sea un librero del siglo IX, y no supe entender su ironía. Tenía textos inencontrables, traducciones maravillosas. Quién encuentra una traducción en castellano de Erik Lindegren, el hombre sin camino. Quién lee ese libro raro, o ese otro, o aquél. Nadie. Pero él sí. Y los ha leído todos. El librero se llama Ricardo, creo. Ya lo he dicho. Pero también he dicho que su oficio está en decadencia. Y me da rabia de que sea así. Se acercan, finalmente, las fiestas. Viene navidad. Año nuevo. Me gusta la última porque tiende a ser laica. La primera no la celebramos. El 22 de este mes es el cumple de Manu. Ya pensaré qué regalarle, mientras le veo ocupadísimo en su nuevo trabajo, yendo de arriba para abajo y sin soltar el móvil. Mentalmente le recito los versos del poeta sueco del que hablé más arriba: "...y el mar azul ondea libre de hielos como una bandera / y a través de la noche resplandecen tus párpados cerrados".

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La foto la obtuve de este blog y me había hecho mucha gracia, aunque no es de la librería de la que hablo. Pero podría ser...

Friday, December 07, 2007

Cita a ciegas

i) "El síndrome de Estocolmo es un estado psicológico en el que la víctima de secuestro, o persona detenida contra su propia voluntad, desarrolla una relación de complicidad con su secuestrador. En ocasiones, los prisioneros pueden acabar ayudando a los captores a alcanzar sus fines o evadir a la policía". (Wikipedia)

ii) "El discurso neoliberal no es simplemente un discurso más. Es más bien un «discurso fuerte» —tal como el discurso siquiátrico lo es en un manicomio, en el análisis de Erving Goffman (2). Es tan fuerte y difícil de combatir solo porque tiene a su lado todas las fuerzas de las relaciones de fuerzas, un mundo que contribuye a ser como es". (Bourdieu)

iii) "La forma más notable de 'mentir con el ropaje de la verdad' hoy es el cinismo: con una franqueza cautivadora, uno “admite todo” sin que este pleno reconocimiento de nuestros intereses de poder nos impida en absoluto continuar detrás de estos intereses. La fórmula del cinismo ya no es la marxiana clásica 'ellos no lo saben, pero lo están haciendo'; es, en cambio, 'ellos saben muy bien lo que están haciendo, y lo hacen de todos modos'. (Zizek)

iv) "Es verdad que la experiencia personal, tratándose de un joven, capaz de derrochar y destruir sin sentido, se opone, en cualquier caso, a esta concepción miserable. Pero incluso cuando éste se prodiga y se destruye sin consideración alguna, hasta el más lúcido ignora el porqué o se cree enfermo. Es incapaz de justificar utilitariamente su conducta y no cae en la cuenta de que una sociedad humana puede estar interesada, como él mismo, en pérdidas considerables, en catástrofes que provoquen, según necesidades concretas, abatimientos profundos, ataques de angustia y, en último extremo, un cierto estado orgiástico". (Bataille)

v) "El auge del populismo estético: el hecho de que en los mismos [posmodernismos] se desvanece la antigua frontera (cuya esencia está en el momento cumbre del modernismo) entre la alta cultura y la llamada cultura de masas o comercial, así como el surgimiento de nuevos tipos de textos permeados de las formas, categorías y contenidos de esa misma Industria Cultural tan apasionadamente denunciada por los modernos, desde Leavis y la Nueva Crítica Norteamericana, hasta Adorno y la Escuela de Frankfurt." (Jameson)

vi) "Un narcisista centra todo su interés sobre su propia persona. Es un ser egocéntrico que se cree el centro del universo. Sinónimos de narcisismo pueden ser egolatría y egocentrismo.El término proviene de la mitología griega: la leyenda cuenta que Narciso era un bello joven que iba todos los días a observar su reflejo en la superficie de un lago, el cual estaba cerca de su casa; sin embargo, Narciso no conocía su profundidad. Estaba tan obsesionado con su propia imagen que un día la intentó abrazar y se cayó al lago mientras la intentaba alcanzar. Como no sabía nadar, murió ahogado. Freud retoma la leyenda para hablar de una etapa temprana de la vida del niño, caracterizada por el amor a sí mismo". (Wikipedia)

vii) "etc" (etc).

Tuesday, December 04, 2007

El peligro de la parodia

El otro día, en un evento en el el viejo cauce del Río, donde tuvo lugar Arte en las Calles, (gran iniciativa, muy buen rollo, creatividad a mil, aunque no pude estar mucho rato) me encontré con un escritor que defendía la parodia. O un cierto tipo de parodia. Lo hacía, argumentando el valor positivo de ese límite no del todo claro entre ficción y realidad, simulación y honestidad, como una manera de provocación: es decir, provocar por provocar, haciendo suyo lo que es políticamente incorrecto. Ha creado en su blog a partir de la figura física de sí mismo, de su autor, un personaje misógino, homófobo y xenófobo. Eso me dijo o me dio a entender. Pretende con ello denunciar precisamente esas características, lo que desde luego fue réplica de mis discrepencias y diferencias. En ningún momento especifica que se trata de una "tomadura de pelo". Le dije que después de esas "performances" uno debía dejar en claro de qué lado uno estaba, finalmente, como sujeto, como persona, una vez quitada la máscara de actor o bajado el telón. Esto, porque en la medida de que se incentiva o se re-produce a sabiendas ese margen de duda -o cuando al parecer ni siquiera se otorga esa posibilidad-, más que producir rechazo de unos lectores o de una comunidad, se puede producir, como ya se ha hecho, un proceso de identificación. Digo sentirse reflejados y reforzados, quienes manifiestan estas conductas, en la medida que no hay claridad o no se especifica el límite desde dónde se emite el discurso paródico... El antihéroe que llega a ser líder de audiencias. El efecto "Torrente" que "apatruya" la ciudad. Bueno, aquí dice algo muy interesante, también, Judith Butler: "Es imposible, en mi opinión, representar una parodia convincente de una posición intelectual sin haber experimentado una afiliación previa con lo que se parodia, sin que se haya desarrollado o se haya deseado una intimidad con la posición que se adopta durante la parodia o como objeto de la misma. La parodia requiere cierta capacidad para identificarse, aproximarse, y acercarse: implica una intimidad con la posición que en el acto mismo de reapropiación altera la voz, el posicionamiento, la performatividad del sujeto, de manera que la audiencia o el lector no saben exactamente donde está una, si se ha pasado al otro bando, si permanece en el suyo, si puede ensayar esa otra posición sin caer presa de la misma durante la representación". En fin, tiene dos blogs, y creo que en un de ellos la identificación es total. Podría decir que aunque se trate de ficción, no hay parodia. El diablo se ha comido al actor que intentaba ridiculizarle.

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Pd. En la foto, una parodia demoniaca de uno mismo :p