
Materiales
1
El frío te roba la cara. Te sienta en un plato con hielo.
de esa forma –embalsamado– las agujas te marcan. Eres
estalactita –o casi no. Alfiler nacido de roca. Te tiran
granos de miel, arroz dulce –de puro gélido– y subes, silbas
por la onomástica –la ciudad–: el esputo, la pelambrera, la
resaca de la nube –se te da íntegra, a la inversa, toda
congelada– agrisando el vidrio con moho; llaves
no te entran, la bondad de las estufas: el calor de afuera
no convence. Hay blanco. El frío te roba. Te lija. Te hace
resbalar por la escalera: flor soplada para empalidecer el texto,
nieve que sube y no al revés. Una vela de hielo, tu esternón
humeando.
Lo que se consume es más, tos teñida de azul: afuera te quitan
la cara de un corte: lengua, gillette. Te pegan el rostro de un perro.
De una perra vieja –la enterraron bajo el cirro. No caía lluvia.
No habían gotas, nada líquido. Sí escombros. Clavos dulces.
Esquirlas de una bomba fría, arcángel con sonido de un copo
al tocar la hojalata. Te tragas el puñal –mejor amigo– el tallo
fino de la mosqueta: el capullo afuera no significa nada
más: la asfixia. La fobia. La afasia. El frío te roba: es el sonido
de la cuchilla, su reflejo, el mismo del hielo al hacer la incisión.
Un perro apaleado en la calle gime –tu cara se le descose– la nieve
se hace púrpura, caramelo sobre un helado. Comer o no.
2
Es verdad: hay frío. Rocas de sal. Coraza
de cangrejo, otra roca –espera comerse ese hueco de pozo.
Cruje el desierto, su metro cuadrado, la orilla, la espuma,
cuencas de gaviota –devoradas por quimeras, gotas de vapor.
Y el dolor, mirar: sílex, yesca, llamarada, desconcharse
una piel sin caerse del todo, cerros haciendo visible el lugar
de una muerte –tácita– pero sin deteriorarse, momias,
cruz de manos
parecidas a sed. La lágrima, síntesis de un pequeño salar.
Los flamencos, de esa agua venenosa, filtran algo y les nutre.
Y tú, que cuando hablas te agrietas el pecho, oyes la rotura
de una quijada cayéndose –se entierra en sedimento, rumor de
escarabajo.
Entiendes de piedras (estás hecho de ellas). Un jirón de piel
sostiene lo ínfimo, agujero negro de bala, soga donde la pirita
ha sido alfabeto. Es verdad. No hay frío. Ni agua. Una libélula
voló directa al nervio. Dunas lamen dunas. No puntos
sino enormes granos de arena. El desierto limita con el mapa.
No barcos. El calor hace ulular las imágenes. El espejismo
es el espejo de los muertos. Y tú, que vives, sólo ves el rojo
galápago, sal en retirada, ventisquero, quemadura
que es aire.
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Pd. Cosas del fetichismo. En la foto no se ve, pero el libro va envuelto en papel diamante, cerrado con broche de papel malva. Es precioso, perdonen el entusiasmo y la poca objetividad. Se lo quité todo para escanearlo mejor.