
Jerome Rothemberg
Hace tiempo que no escuchaba un recital tan intenso. Fue un tsunami de ritmo, de violencia, de compromiso -de compromiso político con los más desposeídos- el que ayer pudimos presenciar. Se trataba de poesía. La de Jerome Rothemberg. Gracias a la gestión de Gabriel Viñals, que dirige la editorial Germanía, en la ciudad de Alzira, y enmarcada dentro del ciclo poético organizado por el local Ignacio Ellacuría, este poeta neoyorkino -que reside en California- ha hecho una de las grandes lecturas que se han visto en Valencia en los últimos años. Leyó en inglés y en castellano. Por si las moscas, había una traductora a la cual prácticamente no necesitó, ya que él supo explicarse muy bien. No sabía de él hasta ahora, y la prensa lo aclara: "Es uno de los principales poetas de su generación y figura sobresaliente de la cultura norteamericana actual. Su labor pionera como poeta y fundador del movimiento de la etnopoesía, dedicado a rescatar la poesía arcaica y oral de las culturas ancestrales, es uno de los aportes decisivos a la cultura de hoy. Su obra incluye más de setenta libros de poesía. Durante la contracultura de los sesenta fue protagonista en el 'Grupo de Nueva York' y el portador más notable de la poética de esa generación. Actualmente reside en California junto a su esposa la antropóloga Diane Rothenberg. Ha participado en centenares de festivales y conferencias en todo el mundo".
Aquí van algunos de sus poemas. Pincha arriba, en su nombre, y podrás leer más.
hambre
1
los prisioneros, sentenciados a muerte
alrededor del mundo
los escuadrones de fantasmas hambrientos casi como ejércitos
que suben y bajan por las calles
siempre detrás de tu casa
nunca enfrente
donde el muro brillante dice al mundo
"aquí vive un gigante feliz"
yo mejor me fugo
no más terror y no más pérdida de la memoria
promete el guardia
le digo: no quiero tener nada que ver con esto
aunque sea un sueño —y lo es—
en la sangre las enzimas son las mismas
todos los prisioneros están marchando y no pararán
hasta que te aplasten
hasta que tu ojo —que ya no está enfocado hacia el camino
ni hacia el letrero sobre la iluminación
del supermercado— cuelgue en tu mejilla
la quijada chueca
lejos de tu cara, la piel
peculiar, pastosa como un tipo de tierra
suelta y desmoronada
¿qué será de ti y qué será de todos nosotros
antes del tiempo del gran cambio
del milagro?
el cuerpo es una institución sin remordimiento
se me escapa sin embargo lo respeto
mucho, no obstante lo igualo con este poema
otra metáfora sobre la muerte
los ejércitos del mundo no respetan
la carne
pasan sus llantas
sobre ella, la trituran hasta hacerla sombras
con sus llantas
2
(...) el hambre del hombre rico
lo deja marchito
porque no termina
él dice "mamita chula", le canturrea
con la voz que lo hizo famoso
se comen el sexo unos a otros
luego se comen el sexo de otros
inventan nuevas hambres
hambre de poder y de hierba
hambre de sueño e insignias
hambre de salchichas hinchadas
hambre de piernas hinchadas
hambre de los sonidos de niños hinchados
hambre de presagios
hambre de fachadas
hambre de reyes
hambre de muerte irreversible
hambre de un monumento al hambre
que sin embargo sólo el hombre rico puede inventar
esperan hambres futuras
que los sirvientes les darán a cucharadas
conducen al funeral y a gimnasios
unos y otros se dejan dólares tostados en los platos
el hambre del hombre rico
se alarga hacia la luna
quiebra el mundo a la mitad
y lo reparte
primero a su novia, su amor
se deshacen en lágrimas
la banda toca "satisfaction"
pero ellos siguen comiendo
"hasta el fin del tiempo”.