Wednesday, December 28, 2005



ENTENDER

No sabía muy bien que iba a arder. Qué modulación revoloteaba sobre mí, y si mi habla era otra cosa que golpeteo de teclas, revoloteo de pájaros, crujir de maderas a lo lejos, a lo lejos, y si la humareda llegaría a picarme los ojos, si la incertidumbre de la llamarada era llamada, y errónea.

Yo no sabía qué era esto, y por eso abrí el ojo como quien abre un higo, y abrí la puerta como quien hace pan, y no supe decir, y no supe hablar, y no supe qué era lo que subía por el aire, un rumor de ríos que dice “río y lloro, y te entrego una corona, pero no me des la tuya”, más que ríos, más que ríos, y nombres sin lógica, y el simulacro de la vida siendo más que maquillaje, más que pantomima o comerse los relojes hasta el mismo segundero, y entender mal el rumor, la polifonía del viento, el error de la mirada que ve el alma y no la almáciga, el corte del injerto y no la flor, no la flor.

Yo supuse que era otro en el devenir de lo cierto. Y tú que miras y no te ven, ni te adivinan, di qué cielo se cayó de pronto cuando no había cielo más creíble que el vidrio, la intención deliciosa que escala la ladera, el reptil de la interrogación. Si lo creíste y lo amaste, ¿A qué doblar ahora una cuchara con telequinesia, caminar sobre el filo del eterno retorno, cuando el reflejo engaña con la lucidez, lo sensato, y la verdadera transparencia es la que irradia la mirada?

Es cierto y no es cierto. No es binario el entender. Hay cosas que se escapan, que maravillosamente rompen, cosas sin cuerpo, sin palabra, que penetran por los sueños y por las camas como hijos deletreados en el deseo y el escarnio. Hay cosas que fisuran, que no necesitan compás, ni sextante, ni monóculo: saben que son solamente porque fluyen, y provocan llamaradas pero nunca luz, provocan significado sin ser significantes, sin haberlos, sin vicario ni siquiera intérprete. Lógicas sin medida posible. No hay números ni materias. Y hacen dudar, reír, callar con el punto aparte, ser Fénix o perro a punto de morir.

Es cierto y no es cierto. Hay hombres que eligen el estigma de la lucidez, el barro de la cultura heredada como lunar que será quitado con bisturí. Hay palabras que un hombre o una mujer no debieran pronunciar jamás, como decir Uno, como decir aquí empiezo, o como decir termino. Las laderas rocosas no tienen lógica de inicio ni cuando se topan con la resaca. Yo supuse nombrar pero no quise entender, y ¿qué se entiende sino el aire haciendo ruido entre las manos? Se puede decir NO, dar vuelta la página como si fuera una clepsidra. Pero no hay No, no hay Sí. La belleza es una lógica sin lógica, un ruido. Es solo un agujero. No es binario entender.

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