Wednesday, December 14, 2005



Tengo frío. Los días en Manises son cuadrados como los edificios de departamentos (las fincas como les llaman aquí); anguloso, aritmético, el frío es cuadrado como el televisor, como el aparato para hacer hielo de los refrigeradores. Dylan Thomas sigue en celo y es completamente cuadrado. Manuel es seno y coseno y sólo yo soy cuadrado con mi jersey de lana cruda comprada en Puerto Montt. Hay una razón políedrica en el frío, una extraña ecuación que no se resuelve con las estrellas de escarcha, perfectamente navideñas, que no he visto todavía contra los vidrios. En esta constante de congelación han sucedido cosas: me han dado la residencia comunitaria por 5 años, y como estoy casado, puedo optar, en uno más, a la doble-nacionalidad. Puedo trabajar tranquilamente y sin fantasmas. Estuve en un recital de poesía al que me invitaron a leer. Me llevó mi amigo el poeta Enrique Falcón, y en el lugar habían poetas de todos los tamaños e intensidades -y con el frío algunos eran triangulares, otros redondos, otros con barbas que tenían estrellas de seis puntas, otros colgaban un minúsculo trapecio de la nariz. Lo pasé bien, junto con otros compañeros de la Unión de Escritores -Carlos Durá, Jorge Martínez, José Luis Ángeles; faltó Antonio Méndez, Julia Lópes de Briñas. Tengo ganas de leer un montón de teoría y no sé por dónde empezar. A veces empeizo a leer a Adorno -del cual ya había terminado un libro- pero me seduce la idea de otro que había revisado, y luiego uno de más allá, para aplicarlo a un artículo urgente: imagino que leo de modo rizomático, y que o me entero de todo, o no me entero de nada. Algo se me quedará. Quizás lo que me molesta es la velocidad. Con velocidad de telaraña.

1 comment:

aprendiz said...

Siento que hay tanto que compartir…

Me pregunto si por MSN será más fácil….

No lo crees?